A Federico
¡Qué tristes
son las calles de Granada
cuando va oscureciendo!
Y la guitarra flamenca
como un quejido
se va tiñendo de sombra.
El frío viento
arrastra las cenizas
de un ayer que aún palpita
entre viejos portales
tachonados de bronce.
Las murallas despiden ayeres
y las farolas se encienden.
Ya no queda tu risa, poeta...
tus letras se guardan
blancas y sombrías.
Mas nadie puede evitar
que la brisa nocturna
nos traiga desde el pasado
el verdor de tu canto.
INGRID ZETTERBERG
Dedicado al poeta Federico García Lorca
De mi poemario
"Poemas de terciopelo"
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