Fino cuarzo

 

FINO CUARZO

A quien no excavó

tan en lo secreto

y en lo hondo,

a quien no alcanzó

la profundidad

para hallar el oro

del saber,

no lo mires

por encima del hombro.

Él es noble arcilla

en las manos

del ceramista,

él es paso trémulo

que llegó de los astros.

Mira su luz

que apenas oscila,

él es fino cuarzo

extraído de rocas ígneas

y un día será como el cristal.

No desprecies a tu hermano,

que cual bandera de la paz

ondea en solitario.

INGRID ZETTERBERG

De mi poemario

"Nuestro huerto de música y versos"

Derechos reservados

Safe Creative Cta. 1006080193112

Aún te guardo

 

AÚN TE GUARDO

Del ayer

en que te escondes,

aún extraigo tu quebranto,

que está unido

en quietud y vida

a nuestro rincón de antaño.

Aún vibra

tu voz ardiente y lejana,

apagándose

como mariposa herida.

Aún me lastiman

tus alegrías

de besos de niños

que se fueron.

Aceras de lluvia

detrás de las cortinas,

por donde mis ojos

salieron a explorar

tus pasos.

No ha vuelto a iluminar

mi alma

tu sonrisa flagelada

entre los árboles.

Tu casa quedó abandonada.

Tu aflicción

se muestra callada

en las flores y hojas

que el viento arrastra

en su funesta canción.

Aún te guardo

en mi dolor,

aunque mi suspiro

no recojas,

y la ausente sea yo.

INGRID ZETTERBERG

De mi poemario

"Tu luz y mis versos"

Derechos reservados

Safe Creative Cta. 1006080193112

Tu esencia pura

 

(Pintura de Andrew Wyeth)

1,917 - 2,009

(Poema inspirado en el cuadro "El mundo de Cristina" del pintor Andrew Wyeth. Esta joven era vecina del pintor, y se le ve echada sobre la hierba, tratando de arrastrarse hasta su casa, muy lejana al fondo. Ella solía desplazarse así por el campo, llevando ramitos de flores y eso impactó a Andrew Wyeth, ya que la chica era paralítica.)

TU ESENCIA PURA

Niña imposible para mis versos,

cual una mustia flor

te arrancó el viento,

y te detienes

en la sombra de mis ojos

a pesar de las décadas que se fueron.

Has entrado en mi alma

con tu débil cuerpo

y el estoicismo de tu corazón.

¿A quién le llevas esas florecillas

apretadas en tu diestra?

Para apaciguar esas lágrimas

que asoman en la gris distancia;

para tu madre quizás

es tu dádiva.

Vas dejando tu rastro en la hierba,

tu ferviente esfuerzo y tu cándido amor.

Larga es la senda

del otoño que te rodea.

Y grande es el milagro

de tu esencia pura

que en mi ser ha dejado huella.

INGRID ZETTERBERG

De mi poemario

"Nuestro huerto de música y versos"

Derechos reservados

Safe Creative Cta. 1006080193112