EL LIBRO QUE ME ABRIÓ UNA HERIDA
Te llevo en la sangre
y en el agua de mi alma,
libro amado,
que nunca te irás de mí.
Me siento oscura en esta hora
en que no puedo extenderme en el viento
para descifrarte.
Me bebí mis propias lágrimas
al leerte una y otra vez;
al deslizarme por tus amarillentas páginas.
Alguna que otra letra
devorada por las polillas
no impedían
la lectura con fruición.
Te amé desde el primer día
hasta hoy en que ya no te tengo.
Te busco en mis anaqueles
pero ya no estás con tu lenguaje puro y blanco
como aquel burrito de algodón.
Estoy hablando de ti: "Platero y yo",
que he paseado contigo
por la ciudad de Moguer.
Un trozo de mi alma
iba prendido
a las violetas y las flores malvas
del camino,
mientras recorría tus letras.
La mano prodigiosa que te escribió
dejó una lacerante huella
en mi ser, cuando narró
sobre la mirada lánguida
de aquel perrito enfermo de rabia
que fue sacrificado.
Juan Ramón Jiménez,
portento de escritor laureado,
que supo tocar mi sensible corazón.
Platero, ¿verdad que desde aquel árbol
debajo del cual te enterraron,
aún me abriga tu sombra?
¡Ah, mi Platero de cartón!
INGRID ZETTERBERG
(Por el día del Libro)
De mi poemario
"Nuestro huerto de música y versos"
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